Conócenos

El Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) es una organización independiente sin ánimo de lucro compuesta por las asociaciones de pacientes más representativas de nuestro país. Esta alianza tiene como propósito compartir recursos y experiencias y tener una sola voz ante los diferentes agentes sociales y sistemas de salud.

Entre los objetivos de la asociación se encuentran:

  • Conseguir que todos los pacientes con cáncer tengamos acceso a un diagnóstico rápido y a los mejores tratamientos disponibles, incluyendo la atención psicológica y social.
  • Ofrecer información, formación y recursos a los pacientes con cáncer y a nuestros familiares durante y después de la enfermedad, contribuyendo a la mejora de nuestra calidad de vida.
  • Promover el avance de la investigación en oncología, facilitando el acceso de los pacientes a participar en ensayos clínicos y en estudios epidemiológicos.
  • Fomentar la formación multidisciplinar de los profesionales de la salud y el trabajo en equipo.
  • Promover la constitución de un registro de tumores a nivel estatal.
  • Fomentar legislaciones que adecúen la normativa laboral con el hecho de tener cáncer o tener un familiar directo con cáncer.
  • Trabajar para que la sociedad perciba el cáncer como una enfermedad que puede afectar a cualquier persona y no un grupo específico, contribuyendo a la desestigmatización social del cáncer.
  • Hacer que el cáncer sea una prioridad en la agenda política sanitaria, fomentando la participación de los pacientes con cáncer en los ámbitos de decisión de políticas que nos afectan directamente.

Podrás encontrar más información sobre GEPAC en la página web www.gepac.es o contactar a través del correo electrónico info@gepac.es.

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Servicios

Tras el diagnóstico de un cáncer de hígado, pueden surgir diferentes circunstancias que afecten a tu calidad de vida, tanto si eres paciente como familiar. Por ello, el tratamiento del cáncer de hígado debe ser acompañado de un abordaje social y emocional que tenga en cuenta posibles necesidades que surjan a consecuencia del diagnostico y los tratamientos.

Desde Cáncer de Hígado España ponemos a tu disposición varios servicios que tienen como propósito ofrecer asesoramiento, orientación y apoyo en aquellas esferas que hayan podido verse afectadas a consecuencia de la enfermedad.

A continuación tienes los servicios a los que puedes acceder de forma gratuita.

  • Atención psicológica
  • Atención social
  • Asesoramiento jurídico
  • Apoyo entre pacientes

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Convivir con el cáncer

El diagnóstico de un cáncer de hígado así como las diferentes vivencias que experimentamos a lo largo de la enfermedad, pueden ocasionar una serie de complicaciones psicosociales que revierten en un deterioro de la calidad de vida. Desde el Servicio de Atención Psicológica de Cáncer de Hígado España pretendemos darte las herramientas para hacer frente a cuestiones tales como la ansiedad posterior al diagnóstico, el deterioro de la autoestima durante el tratamiento o la reacción de ira asociada a la enfermedad. Nuestro objetivo es conseguir un afrontamiento adecuado de la enfermedad y facilitar la comprensión de los factores psicológicos implicados en el diagnóstico y los tratamientos.

El Servicio de Atención Psicológica es impartido por profesionales expertos en pacientes oncológicos, y ofrece tanto asesoramiento puntual como terapias psicológicas individuales y grupales.

Puedes solicitar consulta o enviar tus preguntas o comentarios, a través del teléfono 901.220.110, el correo electrónico info@cancer-higado.com o completando el siguiente formulario:

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Tratamientos

Hace décadas, el cáncer de hígado  se diagnosticaba habitualmente en una fase avanzada, cuando el paciente presentaba síntomas o cuando experimentaba un empeoramiento de la función hepática. En este estadio no era posible realizar ningún tratamiento y, en la mayoría de los casos, el diagnóstico de CHC se consideraba un episodio terminal en el contexto de la cirrosis hepática.

En los últimos años, a causa de la aplicación de programas de detección precoz, el CHC se diagnostica en fases más tempranas cuando aún es posible aplicar tratamientos eficaces.

Para obtener los mejores resultados, es imprescindible una evaluación correcta de la extensión tumoral y de la función hepática, para posteriormente poder realizar el tratamiento en centros con la experiencia adecuada.

Además, debido a la complejidad de la enfermedad y al gran número de terapias potencialmente útiles, los pacientes diagnosticados de cáncer de hígado  deben ser evaluados y tratados por equipos multidisciplinares que incluyan hepatólogos, patólogos, radiólogos, cirujanos y oncólogos.

La decisión sobre el tipo de tratamiento dependerá de los siguientes factores:

  •  Edad/Comorbilidad
  •  Presencia de cirrosis/Función y reserva hepática
  •  Tamaño tumoral/Localización tumoral
  •  Invasión o trombo tumoral en vena porta, venas hepáticas o vena cava inferior
  •  Presencia de metástasis.

En estadios iniciales (15-20% de los casos) es posible aplicar tratamientos con intención curativa que desarrollaremos mas adelante: resección quirúrgica, trasplante hepático y  ablación.

Para estadios más avanzados las opciones de tratamiento incluyen fundamentalmente la quimioembolización transarterial y sorafenib, ambos con intención paliativa.

Opciones de tratamientos

Las tres opciones de tratamiento para el cáncer de hígado  en estadios iniciales con intención curativa son la resección hepática, la hepatectomía total seguida de trasplante y las técnicas ablativas.  Aunque pueden indicarse solo en un pequeño porcentaje de pacientes, las opciones quirúrgicas han contribuido a mejorar la supervivencia a 5 años  que pueden llegar al 80% de los pacientes con CHC.

Para que la cirugía tenga éxito, los tumores del hígado deben estar localizados—la cirugía no es una opción para la enfermedad metastásica.

Como sucede con todas las cirugías, los pacientes con otras comorbilidades— como enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal, o diabetes—tienen pocas posibilidades de ser elegibles para cirugía.

Hepactetomía parcial o resección quirúrgica

La hepatectomía parcial o resección quirúrgica es un tratamiento potencialmente curativo para pacientes con estadios iniciales de CHC y que  cumplen los criterios para ser elegibles para este procedimiento. La resección quirúrgica en pacientes cuidadosamente seleccionados es menos agresiva que el trasplante.

La elegibilidad dependerá:

  • Características tumorales: Para determinar las características tumorales son esenciales las pruebas de imagen preoperatorias. La TC y la RM se usan para caracterizar el número y tamaño de las lesiones de CHC, detectar la presencia de nódulos satélites, metástasis extra hepáticas, e invasión tumoral de la vena porta o vena cava inferior, y además permiten establecer la localización de los tumores respecto las estructuras biliares y vasculares.

Las características óptimas de los tumores para la resección son tumores solitarios sin invasión vascular. El tamaño del tumor no es una limitación pero el riesgo de invasión vascular y de diseminación aumenta con el aumento del tamaño. En presencia de multifocalidad e invasión vascular solo debe considerarse la resección en casos muy seleccionados.

  • Función hepática: Se recomienda la resección solo en la situación de función hepática preservada y sin hipertensión portal.

Se estima que un 10-15% de los pacientes con CHC serán candidatos a resección hepática.

Los objetivos de la hepatectomía parcial o  resección hepática deben ser:

  • Realizar la resección completa del tumor y obtener márgenes sanos
  • Preservar el máximo de parénquima hepático funcional
  • Minimizar la hemorragia intraoperatoria del tumor asociada a morbilidad postoperatoria y al riesgo teórico de recidiva
  • Evitar la manipulación intraoperatoria tumoral para evitar la diseminación tumoral.

Hepactectomía total con trasplante de hígado

La otra opción de tratamiento es la hepatectomía total seguida de trasplante de hígado.

El trasplante orto tópico es la sustitución del hígado enfermo del paciente por otro procedente de un donante cadáver que se injertará en el lugar del hígado nativo, el cual ha sido resecado completamente.

El trasplante heterotópico consiste en injertar el hígado nuevo en un lugar distinto del que ocupa el del paciente, no eliminando el hígado enfermo.

Se estima que solo un 5% cumplirán los criterios para realizar hepatectomía total seguida de trasplante de hígado. El trasplante orto tópico   ofrece la posibilidad de eliminar el tumor, y también la cirrosis subyacente. No obstante hay que señalar que el trasplante orto tópico no ofrece una curación absoluta, dado que la infección viral responsable de la hepatopatía frecuentemente re infecta al nuevo hígado y la administración crónica de inmunosupresores tampoco se halla exenta de riesgos. Debe tenerse en cuenta que aunque la hepatectomía total seguida de trasplante orto tópico  presenta menores tasas de recurrencia, la supervivencia a largo plazo parece ser similar con las dos opciones de tratamiento quirúrgico.

La aplicabilidad del trasplante es limitada, principalmente debido a la escasez de órganos, incluso en España que registra la tasa de donación más alta del mundo. Así pues, el número de candidatos excede el número de órganos disponibles y, por tanto, hay un tiempo de espera entre la indicación y el trasplante.

Durante este tiempo, la enfermedad  puede progresar y llegar a contraindicar la intervención. Esta circunstancia puede alcanzar al 25% de los sujetos si la espera es de 12 meses y, por ello, la supervivencia se ve significativamente deteriorada.

Se han propuesto las siguientes estrategias para disminuir el riesgo de progresión durante el tiempo de espera:

  •  Aumentar el número de donantes: ésta sería la estrategia más eficaz, pero su impacto es limitado.
  •  Utilizar donantes de alto riesgo (pacientes con esteatosis hepática y con edad avanzada)
  • Utilizar el trasplante dominó. Consiste en trasplantar un hígado de cadáver a un paciente con una enfermedad metabólica y utilizar a continuación su hígado – que, aparte de sintetizar una proteína anómala, es estrictamente normal – para implantarlo a un segundo receptor
  • Programas de trasplante a partir de donante vivo. Ha mostrado resultados similares al trasplante cadavérico y los análisis de coste y eficacia han evidenciado su utilidad cuando la lista de espera supera los 7 meses. Sin embargo, su aplicabilidad en la práctica clínica habitual es baja. Además, se debe considerar la posibilidad de morbi-mortalidad en el donante y la mayor tasa de complicaciones postoperatorias de origen biliar en el receptor.

Con estas estrategias actualmente el número de candidatos sigue excediendo a los donantes disponibles.

Por ello se utilizan sistemas de priorización cuyo objetivo es trasplantar antes a aquellos sujetos con alta probabilidad de progresión durante el tiempo en lista de espera y demorar a aquellos con enfermedad menos agresiva.

Intención del tratamiento Opciones de tratamiento
Potencialmente curativas Cirugia:
Reseccion quirúrgica
Hepatectomia total mas trasplante
Terapias Ablativas:
Radiofrecuencia
Inyección percutánea de etanol
Tratamientos Paliativos Cirugia:
Reseccion paliativa
Terapias Ablativas:
Radiofrecuencia
Inyección percutánea de etanol
Terapias de cateterización de la arteria hepática
Quimioterapia transarterial
Embolización transarterial
Quimioembolización transarterial
Radiembolización transarterial
Radioterapia Externa:
Radioterapia estereotáctica
Radioterapia conformada en 3 dimensiones
Tratamientos Sistémicos:
Quimioterapia
Hormonoterapia
Inmunoterapia
Terapias dirigidas contra dianas moleculares

Ablación percutánea

La ablación percutánea es el tratamiento de elección de aquellos pacientes con CHC en estadio inicial, en los que la hepatectomía parcial  y el trasplante hepático están contraindicados por comorbilidad asociada.

Es una opción terapéutica para intentar evitar la progresión tumoral durante el tiempo de espera de trasplante hepático.

El objetivo de la ablación es la destrucción tumoral mediante la inducción de la necrosis tumoral.

Puede conseguirse:

  •  Modificando la temperatura de las células del tumor por radiofrecuencia, microondas, láser, o crio ablación.
  •  Inyectando substancias químicas en el tumor (por ejemplo, etanol, ácido acético, solución salina caliente)

Puede realizarse mediante:

  • Ecografía intervencionista
  • Laparoscopia
  • Cirugía abierta

La eficacia de la ablación percutánea se puede controlar mediante tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM), que se deben realizar al mes del tratamiento y posteriormente cada cuatro a seis meses.

Es importante distinguir la ablación percutánea de otros tratamientos loco-regionales como la embolización o la radioterapia, ya que posee una gran eficacia terapéutica  y tiene potencial curativo. Está demostrado que la supervivencia  obtenida con ablación puede ser muy similar a la obtenida mediante resección si se consigue una respuesta completa al tratamiento.

La ablación percutánea presenta los mejores resultados en pacientes con tumores únicos menores de 2 cm  y con función hepática conservada, y especialmente cuando se consigue la ablación completa tras el procedimiento.

Al igual que la hepatectomía parcial, el principal inconveniente de la ablación percutánea es la alta recurrencia (el 80% a los 5 años) a pesar de obtener una respuesta completa inicial. Esta recurrencia se suele producir habitualmente por la aparición de un nuevo tumor y, en pocas ocasiones, por la diseminación o la extensión local del tumor inicial. Las recurrencias pueden volver a ser tratadas con la misma terapia.

Ablación por radiofrecuencia (RFA)

La ablación por radiofrecuencia consiste en la aplicación de una aguja-electrodo en el tejido tumoral, habitualmente bajo control ecográfico, conectada a un generador de radiofrecuencia.

La ablación  es más eficaz que la inyección por etanol  en el control local de la enfermedad, especialmente en tumores mayores de 2 cm con un menor número de sesiones. La eficacia en tumores < 2 cm es parecida a la IPE Sin embargo, la ablación por radiofrecuencia  presenta como inconvenientes una mayor frecuencia (10%) y gravedad de efectos adversos (dolor y fiebre, abscesos hepáticos, lesiones biliares e intestinales, derrame pleural, sangrado peritoneal y diseminación tumoral).

No se recomienda el uso de la ablación  en tumores subcapsulares ni adyacentes a la vesícula biliar, al hilio hepático, al corazón o a los vasos sanguíneos. La mortalidad asociada al procedimiento se ha descrito en el 0,1%-1,4%.

Actualmente se considera que la ablación por radiofrecuencia debe ser la técnica de ablación de primera elección, aunque la inyección por etanol sigue siendo una técnica a tener en cuenta en el tratamiento del cáncer de hígado.

Inyección percutánea de etanol (IPE)

La inyección percutánea de etanol es la técnica de ablación más estudiada y mejor conocida en los pacientes con cáncer de hígado.

En este procedimiento, que también se realiza guiado por ecografía, se inyecta etanol directamente en el tumor, produciendo deshidratación, necrosis tumoral, y trombosis vascular, transformando el nódulo tumoral en un área necrótica avascular.

Requiere la inyección repetida en  días separados.

La eficacia de esta técnica es alta aunque está directamente relacionada con el tamaño del CHC. En tumores de diámetro igual o inferior a 2 cm la necrosis se obtiene en el 90-100%, pero la tasa de necrosis disminuye en función del tamaño tumoral.

Los efectos adversos más frecuentes son dolor durante la inyección, fiebre ocasionada por la necrosis tumoral y, en menos de un 5% de pacientes, sangrado peritoneal auto limitado. La mortalidad es prácticamente nula.

Quimioterapia en el cáncer de hígado

Cuando se habla de quimioterapia, habitualmente nos referimos a los medicamentos que se utilizan para tratar el cáncer, generalmente matando células impidiendo de esta manera que crezcan y se dividan. Este tipo de medicamentos actúan de manera sistémica, esto es, atacan de igual manera a las células que se dividen de manera rápida, sean cancerosas o sanas.

Los agentes quimioterápicos se han estudiado extensamente en el cáncer de hígado  pero no se ha demostrado un aumento de supervivencia comparado con el mejor tratamiento de soporte.

Se cree que  la baja tasa de respuestas puede ser debido a:

  • Mecanismos intrínsecos de resistencia a fármacos presencia en las células cancerosas.
  • Necrosis que dificulta la llegada de la quimioterapia a las células tumorales activas.
  • Presencia de disfunción hepática.

Actualmente no se considera ningún régimen de quimioterapia como tratamiento estándar en el tratamiento del cáncer de hígado.

Radioterapia en el cáncer de hígado

La radioterapia es un método que emplea el uso de rayos X de alta energía (u otros tipos de ondas energéticas) para destruir células cancerosas o evitar que estas se dividan.

Históricamente, la radioterapia ha jugado un papel menor en el manejo de los pacientes con cáncer de hígado cuando este no se puede operar. Ello es debido principalmente a la baja tolerancia del hígado a la radioterapia completa y al reto de administrar   altas dosis de radioterapia en los tumores hepáticos sin afectar al hígado sano.

La radioterapia en el cáncer de hígado  puede tener varios objetivos:

  • Tratamiento de la enfermedad inoperable.
  • Tratamiento de la enfermedad inoperable combinada con TACE
  • Tratamiento de los síntomas asociados a problemas locales o a enfermedad metastásica.

Terapias dirigidas en el cáncer de hígado

En los últimos años se han producido grandes progresos en el conocimiento de las alteraciones moleculares involucradas en el cáncer de hígado.  Estas alteraciones moleculares incluyen factores de crecimiento, receptores de factores de crecimiento y componentes intracelulares de vías de señalización que regulan el ciclo celular, la supervivencia celular, la angiogénesis, la invasión y las metástasis.

Esto ha permitido desarrollar múltiples agentes que actúan de forma específica en las vías moleculares.

Principalmente se han desarrollado agentes que modulan los factores de crecimiento, los receptores de factores de crecimiento y las quinasas involucradas en las vías de señalización.

Hasta la fecha, el único agente que ha mostrado eficacia en términos de supervivencia en un estudio fase III controlado con placebo es sorafenib. Es el tratamiento elegido en pacientes de cáncer de hígado avanzado. (Nivel I).

En la actualidad existen ensayos clínicos basados en este tipo de terapias, por las ventajas que supone para el paciente y la alta efectividad de cara a tratar ciertos tumores. Cabe pensar que muchos de estos fármacos proporcionarán en el futuro una herramienta muy efectiva para tratar diferentes tipos de cáncer con sus propias peculiaridades en cada paciente individual.

Ensayos clínicos en el cáncer de hígado

Los ensayos clínicos son estudios de investigación con personas que investigan nuevas formas de prevenir, detectar, diagnosticar o tratar enfermedades.

Las personas que participan en ellos  tienen la oportunidad de contribuir a los conocimientos que tienen los científicos acerca del cáncer y a ayudar a crear mejores tratamientos para esta enfermedad. Además, los pacientes reciben también atención médica más avanzada de expertos oncólogos.

Los ensayos clínicos se realizan en los consultorios médicos, en los centros oncológicos y, en clínicas y hospitales urbanos, y otras dependencias sanitarias.

Cada ensayo clínico tiene un protocolo que describe lo que se hará en el estudio, cómo se realizará, y por qué es necesaria cada parte del estudio. El protocolo incluye también criterios de elegibilidad  que  describen las características que deben tener todas las personas que participen  en el estudio. Los criterios de elegibilidad incluyen con frecuencia el tipo y estadio del cáncer, así como la clase o clases de tratamiento del cáncer que ya hayan recibido.

Los criterios de elegibilidad ayudan a los investigadores a lograr los resultados más precisos y significativos posibles.

Los ensayos clínicos son  gestionados por  un equipo de investigación que incluye a médicos, enfermeras, auxiliares de investigación, analistas de datos y otros especialistas. El equipo de investigación trabaja estrechamente con otros profesionales sanitarios para proporcionar cuidados médicos y de apoyo a las personas que participan en un ensayo clínico.

El equipo de investigación vigila de cerca la salud de las personas que participan en el ensayo clínico y provee de instrucciones específicas cuando es necesario. Para asegurar la exactitud de los resultados del estudio, es importante que los participantes sigan las instrucciones del equipo de investigación.

Fases de los ensayos clínicos

Las investigaciones con frecuencia se realizan de forma escalonada. Cada paso representa una “fase” distinta en el proceso de investigación clínica. Las siguientes fases se usan para los estudios de tratamiento de cáncer:

  • Fase 0: Los estudios en esta fase representan el primer paso para evaluar nuevos tratamientos en seres humanos. En un estudio en fase 0, una dosis muy pequeña de la sustancia química o biológica se administra a un número pequeño de personas para reunir información preliminar sobre cómo procesa el cuerpo la sustancia y cómo afecta la sustancia al cuerpo. Las personas que participan en estos estudios generalmente tienen una enfermedad avanzada y no hay opciones conocidas, efectivas, de tratamiento para ellas.
  • Fase I: Los estudios en esta fase se llevan a cabo principalmente para evaluar la seguridad de una sustancia química o biológica u otros tipos de intervenciones. Estos estudios ayudan a determinar la dosis máxima tolerada y si una intervención causa efectos secundarios perjudiciales. Los estudios en fase I reclutan un número pequeño de participantes que tienen un cáncer avanzado y  que no puede tratarse efectivamente con tratamientos convencionales.
  • Fase II: Estos estudios clínicos prueban la efectividad de las intervenciones en personas que tienen un tipo específico de cáncer o cánceres relacionados. Además, siguen evaluando la seguridad de las intervenciones. Los participantes en esta  fase  pueden haber recibido o no una terapia convencional para su tipo de cáncer en el pasado. Si el paciente  ha recibido tratamiento previamente, su elegibilidad para participar en un estudio específico puede depender del tipo y cantidad de tratamiento que recibieron.
  • Fase III: Estos estudios clínicos comparan la efectividad de una nueva intervención, o un nuevo uso de una intervención existente, con la norma corriente de atención para un tipo específico de cáncer. Los estudios en fase III comparan también los efectos secundarios de la nueva intervención con los efectos secundarios del tratamiento convencional.

Las personas que participan en los estudios en fase III pueden haber  recibido tratamiento anteriormente o no.

  • Fase IV: Estos estudios evalúan aún más la efectividad y la inocuidad a largo plazo de fármacos o de otras intervenciones.

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Diagnóstico

Síntomas de cáncer de hígado

En el momento del diagnóstico, aproximadamente el 40% de los pacientes no presentan síntomas, ya que la mayor parte de los síntomas asociados al cáncer de hígado  no ocurren hasta que la enfermedad es avanzada.

Los síntomas son inespecíficos y están fundamentalmente relacionados con la enfermedad crónica hepática si se desarrollan en este contexto. En los pacientes con cirrosis hepática que sin una causa aparente desarrollan ascitis, encefalopatía hepática, sangrado por varices esofágicas o fiebre de origen desconocido debe investigarse la presencia de CHC.

La ictericia puede deberse a la compresión de la vía biliar o debido a la infiltración tumoral difusa del hígado, aunque principalmente se deberá a la enfermedad crónica hepática de base.

Raramente, los tumores pueden romperse dentro de la cavidad peritoneal causando hemorragia intraperitoneal y peritonitis. En tumores grandes bien vascularizados puede auscultarse un murmullo vascular en la zona del hígado en un 25% de los pacientes.

Raramente, la trombosis de la vena hepática o de la vena cava inferior serán una manifestación inicial del CHC.

En la siguiente tabla se muestran los síntomas más comunes asociados al cáncer de hígado. Hay que resaltar que algunos de ellos pueden o no  darse con frecuencia en función del tipo y, sobre todo, de la extensión del tumor. Por ello es recomendable asistir al médico de atención primaria ante la aparición de algunos de estos síntomas, especialmente si se prolongan en el tiempo, para poder realizar un diagnostico precoz y proporcionar el tratamiento más adecuado.

  • Dolores abdominales
  • Sensación de presión o plenitud en la parte superior del abdomen.
  •  Pérdida de peso.
  • Ictericia: Coloración amarillenta en la piel, conjuntiva de los ojos, y membranas mucosas;
  • Murmullo vascular: Ruido anormal que se ausculta como resultado del flujo turbulento en un vaso sanguíneo reducido.
  • Ascitis
  • Sangrado esofágico
  • Fiebre de origen desconocido

Factores de riesgo del cáncer de hígado

El principal factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de hígado  es la cirrosis hepática. Por lo tanto, cualquier enfermedad que pueda dar lugar a cirrosis hepática debe considerarse un factor de riesgo para el CHC.

Los principales factores de riesgo conocidos están bien definidos e incluyen, hepatitis crónicas víricas, tóxicos, enfermedades metabólicas del hígado, enfermedades hepáticas inmunitarias y enfermedades metabólicas hereditarias.

La presencia de más de un factor de riesgo aumenta significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de hígado.

El desarrollo del CHC requiere aproximadamente 10 años a partir del diagnóstico de cirrosis y aproximadamente 30 años desde la exposición al virus de la hepatitis C. La secuencia temporal para los otros factores de riesgo no ha sido definida pero un tiempo de evolución parecido puede ser aplicable a la enfermedad crónica secundaria a la ingesta de alcohol.

Diagnóstico precoz del cáncer de hígado

El screening, cribado o diagnóstico precoz es un  conjunto de actividades que pretenden detectar la enfermedad en sujetos sanos antes de que se manifieste clínicamente y poder adoptar el tratamiento adecuado precozmente, y así modificar la historia natural de la enfermedad y reducir la mortalidad.

Más del 80% de los pacientes afectados de cáncer de hígado  presentan una cirrosis hepática subyacente y en la actualidad el hecho de que se desarrolle CHC supone la principal causa de muerte en pacientes afectos de cirrosis.

Teniendo en cuenta que la única posibilidad de aplicar tratamientos con intención curativa es diagnosticando la enfermedad en una fase inicial asintomática deben considerarse candidatos para pruebas de diagnóstico precoz a todos los sujetos con cirrosis,  que podrían recibir un tratamiento en el caso de ser diagnosticados de CHC.

Está demostrado a través de diferentes estudios que el  diagnóstico precoz es eficaz y puede llegar a reducir la mortalidad un 37%.

La prueba médica recomendada  para la realización de un cribado es la ecografía abdominal, una   prueba no invasiva, aceptada por la población, con un sensibilidad del 60-80% y una especificidad superior al 90% para la detección precoz del CHC .

La ecografía abdominal  debe ser realizada siempre por personal experto.

Se recomienda realizar cribado cada 6 meses.

A  aquellos pacientes de los  que se sospecha que han desarrollado un cáncer de hígado, se le practicaran pruebas diagnósticas con los siguientes objetivos:

  • Confirmación del diagnóstico,
  • Determinación de la extensión de la enfermedad
  • Determinación de la reserva funcional hepática
  • Determinación de factores biológicos que afecten al pronóstico

Para realizar el diagnóstico, en primer lugar se lleva a cabo una exploración física del paciente, observando el cuerpo del mismo, la piel y los ojos en búsqueda de síntomas de ictericia y una palpación abdominal para comprobar si existen cambios en el tamaño del páncreas, el hígado o la vesícula biliar. Ante la sospecha de un problema con el hígado  se solicita la realización de analíticas de sangre, heces y orina. También pueden ir acompañados de pruebas de diagnóstico por imagen (TAC) , biopsia,  o una resonancia magnética.

Para un diagnóstico completo del tipo de cáncer de hígado, así como para el seguimiento durante los tratamientos, se llevan a cabo pruebas adicionales que se describen a continuación.

Las técnicas de imagen son la piedra angular en el diagnóstico del CHC.

Los cambios arquitecturales del hígado cirrótico, de todas formas, hacen difícil el diagnóstico, y los nódulos regenerativos son difíciles de distinguir de los nódulos neoplásicos.

Existen las siguientes pruebas de imagen:

  • Ecografía con contraste,
  • Tomografía computerizada (TC) trifásica
  • Resonancia magnética (RM) trifásica.


El  seguimiento  para el estudio del  nódulo hepático detectado mediante ecografía abdominal se recomienda hacer de esta manera:

Los nódulos menores de 1 cm detectados mediante ecografía de cribado deben seguirse mediante una ecografía cada 3 a 6 meses. Si tras 2 años no se detecta crecimiento, se debe volver al cribado habitual cada

Los nódulos mayores o iguales a 1 cm detectados mediante ecografía en sujetos cirróticos pueden diagnosticarse de CHC sin necesidad de obtener una biopsia si presentan en técnicas de imagen dinámicas captación de contraste en fase arterial seguido de lavado en fases tardías.

En los nódulos de entre 1 y 2 cm, este patrón vascular debe detectarse de forma coincidente en 2 técnicas de imagen.

 Si el patrón vascular no es específico de CHC, se debe recomendar una biopsia. Si la biopsia es negativa, no se puede descartar el diagnóstico de CHC. Se debe valorar la realización de una biopsia nueva o un seguimiento estrecho de la lesión

La biopsia puede realizarse por punción,  por aspiración o con aguja gruesa para la obtención de un cilindro de tejido guiadas por ecografía o por TC.

La biopsia hepática se realizará siempre en pacientes sin cirrosis y en pacientes con cirrosis en los cuales la masa hepática tenga un tamaño entre >1 centímetro y no presente una patrón vascular típico.

Debe tenerse en cuenta que el rendimiento diagnóstico de una biopsia en nódulos pequeños no es óptimo y presenta una sensibilidad cercana al 70%. Por tanto, en estos casos una biopsia negativa no puede descartar el diagnóstico de CHC.

Entre las posibles complicaciones de la biopsia hepática están la ruptura del tumor, la hemorragia, y el sembrado local del tumor.

Extensión y estadiaje del cáncer de hígado

En la mayoría de tumores sólidos, se han desarrollado sistemas de estadificación que describen el grado de extensión del tumor y son útiles para determinar el pronóstico antes y después de un tratamiento particular y para guiar las decisiones terapéuticas.

Además, el estadiaje puede ser tener un papel crítico en la evolución del tratamiento al facilitar la selección adecuada del paciente apropiado para una terapéutica específica y al proporcionar una estratificación del riesgo después del tratamiento.

Dado que el cáncer de hígado  aparece en la mayoría de los casos asociado a cirrosis hepática y que el grado de alteración de la función hepática determina las opciones terapéuticas y la supervivencia (independientemente de la presencia del CHC), es imprescindible considerar conjuntamente el grado de disfunción hepática y la extensión tumoral.

Además, la presencia de síntomas ha mostrado un gran valor pronóstico y, al igual que el grado de reserva funcional hepática, determina la aplicabilidad de los diferentes tratamientos.

Así pues, se han determinado 4 parámetros principales que afectan al pronóstico en los pacientes con CHC:

  • La agresividad y la tasa de crecimiento tumoral, (estadío).
  • El estado de salud general del paciente.
  •  La función hepática del paciente.
  •  Los tratamientos administrados.

El  sistema de Estadificación BCLC es  el más utilizado en EEUU y Europa. Surgió de la identificación de factores pronósticos en varios ensayos clínicos, conformando una clasificación con estadios.

Los pacientes  son clasificados en 5 estadios que a su vez proporcionan  también información sobre las mejores opciones terapéuticas.

Los 5 estadios son los siguientes:

  • El estadio 0 o muy temprano: es un subgrupo con especial buen pronóstico. Incluye pacientes con cirrosis hepática compensada, con CHC muy inicial, totalmente asintomáticos y que presentan tumores únicos menores de 2 cm, sin invasión vascular ni diseminación. Este estadio muy inicial correspondería al concepto de carcinoma in situ. En estos casos, la cirugía o la ablación por radiofrecuencia ofrecen una alta probabilidad de curación.
  • El estadio A o temprano: es un estadio inicial que incluye a pacientes asintomáticos con función hepática conservada con un CHC solitario o con un máximo de 3 nódulos de hasta 3 cm de diámetro. Estos pacientes pueden tratarse con intención curativa mediante resección quirúrgica, ablación percutánea y trasplante hepático.
  • El estadio B o intermedio: consiste en pacientes con tumores multinodulares que exceden los criterios anteriormente descritos, sin invasión vascular ni extra hepática, con función hepática y estado general conservado. Si la función hepática corresponde al estadio A, los sujetos pueden beneficiarse de tratamiento mediante quimioembolización.
  • El estadio C o avanzado: incluye pacientes con función hepática conservada, pero que presentan un CHC con invasión vascular, invasión extra hepática o con afectación leve del estado general. En este grupo de pacientes, el único tratamiento que hasta la fecha ha mostrado beneficios en términos de supervivencia es el tratamiento con sorafenib.
  • El estadio D o terminal: incluye pacientes que presentan afectación grave del estado general o función hepática muy afectada y que no son candidatos a trasplante hepático. A este grupo de pacientes únicamente se les debe indicar tratamiento sintomático.

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El cáncer de higado

El cuerpo está formado por millones de células, de diferentes tipos tamaños y funciones. Estas células se dividen, formando los tejidos y los órganos. Cuando las células envejecen o sufren algún daño, mueren y son reemplazadas por otras nuevas.

En algunas ocasiones, puede ocurrir que este proceso se descontrole. Las células contienen material genético, conocido como ADN, que determina la manera en que cada célula crece y se divide y se relaciona con las demás. Cuando este material se daña o se altera, lo que se conoce como mutación, el crecimiento y la división celular se ven alteradas, no produciéndose la muerte de las mismas. Así, las células no mueren cuando deberían morir y se crean células nuevas que el cuerpo no necesita. Estas células sobrantes forman lo que se conoce como tumor, escapando de los mecanismos de control del sistema inmune. Cuando las células de este tumor tienen la capacidad de diseminarse invadiendo otros tejidos cercanos, hablamos de tumor maligno o cáncer.

En la mayoría de los casos el cáncer de hígado  se origina en el contexto de enfermedad hepática ya sea hepatitis crónica o cirrosis.  Aunque el cáncer de hígado también puede originarse en hígados normales,  sólo un 10-20% de los pacientes afectados  no tenían cirrosis y una pequeña proporción  del mismo  se origina en hígados absolutamente normales.

¿Qué es el hígado?

El hígado es el segundo órgano más grande del cuerpo humano. Es una víscera cuneiforme (en forma de cuña) llena de sangre, ubicada en el lado derecho del abdomen, debajo del diafragma y cerca del colon, riñón derecho, duodeno, vesícula biliar, y estómago.

El  hígado junto con la vesícula biliar y los conductos biliares forma parte del  sistema hepatobiliar.

Una de las principales funciones del hígado es almacenar y filtrar sangre. Éste recibe aporte sanguíneo por 2 vías:

  • La vena porta hepática: 65 a 85 % de aporte de la sangre. La oxigenación de las células hepáticas depende en un 50% del sistema portal.
  • La arteria hepática: 20 a 35 % de aporte de la sangre. El 50% restante de la oxigenación depende de la arteria hepática.


El hígado interviene en la mayoría de los procesos metabólicos del organismo. Recibe todos los productos finales de la absorción de proteínas, hidratos de carbono y grasas, y los transforma en sustancias más complejas indispensables para el funcionamiento normal de los seres vivos.

Además, controla la producción y secreción de la bilis, regula la concentración plasmática de una gran cantidad de pequeñas moléculas imprescindibles para el metabolismo normal del organismo, fagocita innumerables sustancias del torrente circulatorio y es capaz de eliminar ciertos medicamentos, hormonas y otros productos metabólicos.

Por otra parte, el hígado es el responsable de la síntesis de la mayoría de los factores de coagulación.

Tipos de cáncer de hígado

Los tumores hepáticos pueden clasificarse en benignos y malignos y según el tejido de origen en epiteliales o mesenquimales .

El 85-90% de los tumores hepáticos son tumores epiteliales malignos, el 6-12% son tumores epiteliales benignos y el 3% son tumores de origen mesenquimal.

El principal  tumor hepático de origen epitelial maligno es el carcinoma hepatocelular (CHC) o hepatocarcinoma.

Malignos Benignos
Tumores Epiteliales Carcinoma Hepatocelular
Colangiocarcinoma
Hepatoblastoma
Cistoadenocarcinoma Biliar
Carcinoide
Carcinomas mixtos y otros
Carcinomas
Adenoma
Hiperplasia Nodular Focal
Hiperplasia Regenerativa
Tumores Mesenquimales Angiosarcoma
Hemangioendotelioma Epitelioide
Leiomiosarcoma
Sarcoma
Linfoma
Hemangioma
Hemangioendotelioma Infantil
Hamartoma Mesenquinal
Mesotelioma Benigno
Leiomioma
Lipoma

Clasificación macroscópica del CHC, que se clasifican en tres grandes grupos:

  • Nodular: Se caracteriza por uno o varios nódulos bien delimitados diseminados entodo el hígado. Se asocia generalmente a cirrosis.
  • Masivo o expansivo: Se caracteriza por masa tumoral principal que ocupa una gran área con o sin nódulos satélites pequeños. Generalmente asociado a hígado no cirrótico.
  • Difuso: Se caracteriza por la presencia de muchos nódulos tumorales mal definidos. Es el grupo menos común.

Desde el punto de vista del nivel celular, y dependiendo de su histología los CHCs  pueden ser:

  • Bien diferenciados (G1)
  • Moderadamente diferenciados (G2)
  • Mal diferenciados (G3)
  • Indiferenciados (G4)

Los CHC pequeños (< 1-1.5 cm en diámetro) usualmente consisten completamente de tejido bien diferenciado, que está relativamente organizado con la mayoría de las estructuras celulares normales conservadas.A medida que crece el tumor, el tejido bien diferenciado se reduce en tamaño a medida que las áreas agrandadas de tejido menos diferenciado crecen dentro del tumor.Los tumores mayores a 3 cm de diámetrousualmente no contienen tejido bien diferenciado.Incidencia del cáncer de hígadoEl carcinoma hepatocelular (CHC) es el quinto tipo de cáncer más frecuente entre los hombres en el mundo.  En las mujeres, es el séptimo cáncer más diagnosticado. En 2008, se diagnosticaron en el mundo 749.000 pacientes con cáncer de hígado. El cáncer de hígado afecta dos veces más a hombres que a mujeres, y normalmente se manifiesta en personas de más de 50 años.Aproximadamente, el 85% de los CHC se diagnostican en países en desarrollo.

La máxima incidencia se da en el Este y Sudeste del continente asiático, en el oeste y centro del continente africano, en Melanesia, Micronesia y Polinesia.La mayor parte de los casos que se presentan en estas zonas se hallan en relación con el virus de la hepatitis B (VHB) y la incidencia excede los 15 casos por 100.000 habitantes por año.La incidencia de esta patología  está aumentando  en los países occidentales, debido a la epidemia de obesidad y al aumento de infección por hepatitis C (HCV) como resultado del consumo de drogas intravenosas. También se puede atribuir a la cirrosis en el hígado, al consumo excesivo de alcohol y a una enfermedad hepática grasa crónica.El sur de Europa (incluida España) presenta una incidencia intermedia (de 5 a 20 casos por cada 100.000 habitantes por año).Por su parte  el norte de Europa y América tienen la menor incidencia (aproximadamente 5 nuevos casos por cada 100.000 habitantes por año).España es una zona de incidencia intermedia, estimándose una tasa de incidencia de 10-12 nuevos casos por 100.000 habitantes/año. Esto supondría que en España se diagnosticarían unos 5.530 nuevos casos al año.

Pronóstico del cáncer de hígado

El pronóstico depende de la extensión de  la enfermedad en el momento del diagnóstico. En muchas ocasiones, los pacientes son diagnosticados en fases avanzadas de la enfermedad, puesto que generalmente no da síntomas en las fases tempranas. Del mismo modo, con frecuencia esta enfermedad se diagnostica en pacientes de avanzada edad que presentan otras patologías cuyos síntomas dificultan el tratamiento oncológico.  Por estas razones, el cáncer de hígado  tiene una de las tasas de supervivencia más bajas en comparación con otros tipos de cáncer.Un diagnóstico precoz del cáncer de hígado cuando está en estadio I y el tumor no se ha extendido, puede tener una tasa de supervivencia a 5 años, del 28%.Se espera que en el futuro se produzca una mejora en la supervivencia de los pacientes con CHC debido a:

  • Implementación de los programas de detección precoz en pacientes de alto riesgo.
  •  Mejoras en los tratamientos quirúrgicos
  • Aplicación de tratamientos más selectivos y adaptados a cada paciente

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